«Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos»
Jean Piaget, (1896-1980), psicólogo suizo
El término «Retraso Madurativo» es muy ampliamente usado tanto por neuropediatras como por psicólogos, psiquiatras y psicopedagogos. Sin embargo, es un término que no siempre se utiliza para definir lo mismo y que puede inducir a error. En esta entrada voy a tratar de explicar lo que significa para mi este término tan ambiguo y cómo creo que lo debemos usar
¿Qué es el neurodesarrollo?

El neurodesarrollo es el proceso por el cual el ser humano va adquiriendo nuevas capacidades que le permiten ir adaptándose al entorno y desarrollar todo su potencial físico y cognitivo. Es un proceso ordenado que sigue una secuencia más o menos regular en todos los individuos, progresiva, desde las funciones más simples a las más complejas, y coordinada, con interacción entre las funciones motoras, cognitivas y sociales.
Entendemos como maduración el proceso de adquisición de funciones progresivamente más complejas. Estas funciones se dividen tradicionalmente en cuatro grandes áreas: Motor grueso, motor fino, lenguaje y comunicación y socialización, y así se recogen en la mayoría de escalas de valoración del desarrollo psicomotor, con pequeñas variaciones.


Así, a nivel motor grueso los niños pasan de conseguir el sostén cefálico en torno a los 3 meses a mantenerse sentado en torno a los 7-8 meses, caminar entre los 12 y los 15 o mantenerse a la pata coja a partir de los 2 años y medio (aproximadamente). El mismo proceso ocurre con la motricidad fina, el lenguaje, y la socialización, adquiriendo capacidades progresivamente más complejas que van a ir dotando al niño de autonomía y le van a permitir interaccionart con el entorno.
Todas estas habilidades están relacionadas entre sí, y se van a ir adquiriendo de una manera progresiva y coordinada. Es fácil entender que para poder manipular con las manos es preciso haber adquirido el control del tronco, o para socializarse suele ser necesario un adecuado desarrollo del lenguaje y la comunicación.
¿Qué pasa cuando el desarrollo es más lento de lo «normal»?
Una de las mayores preocupaciones de los padres es que su hijo pueda no estar desarrollándose a un ritmo adecuado. En este caso pueden ocurrir varias cosas: que el retraso afecte únicamente a un área del desarrollo, y hablaríamos entonces de retraso motor, del lenguaje o de la socialización, o que afecte a más de un área del desarrollo, hablando tradicionalmente de retraso psicomotor.

Según cuál sea el area afectada los neuropediatras debemos pensar en una serie de alteraciones que pueden estar produciendo el retraso. Así, en los retrasos motores debemos pensar en enfermedades neuromusculares o parálisis cerebral, y en los problemas del lenguaje y de la socialización debemos pensar en sordera o en autismo, y en los retrasos globales es cuando pensamos en causas genéticas o metabólicas. (Soy consciente de que estoy simplificando mucho, pero pretendo que se entienda lo que hacemos).
Afortunadamente, en muchos casos no encontramos ninguna patología que justifique el retraso, y se trata simplemente de variantes de la normalidad o de niños que presentan una maduración algo más lenta de lo habitual, pero con un buen potencial de desarrollo. Estos casos se benefician también de una estimulación precoz. Esta situación la estamos viendo mucho en los últimos meses como consecuencia del confinamiento y de la falta de socialización de los niños por el coronavirus.
¿Qué es entonces el Retraso Madurativo?
Podemos entender como retraso madurativo cualquier retraso en la adquisición de habilidades propias de la edad del niño. Sería, por tanto, un síntoma de que está ocurriendo algo en el desarrollo del niño que hay que estudiar. Este retraso madurativo podría ser a nivel motor, del lenguaje o de la socialización.
Hasta aquí parece todo claro pero ¿por qué usamos el término de «retraso madurativo» como diagnóstico? Es frecuente verlo tanto en informes médicos como en valoraciones psicopedagógicas. En este caso nos estaríamos refiriendo a retrasos en el desarrollo en los que no existe una causa orgánica aparente, y que tienen una evolución favorable con la estimulación adecuada.
Un aspecto a tener en cuenta es que en las clasificaciones médicas (DSM-V, CIE-10) no existe el término «Retraso Madurativo», y por tanto no hay unos criterios definidos para poder llegar a ese diagnóstico. Dentro del manual DSM-V se incluye el apartado «Discapacidades Intelectuales», que engloba la Discapacidad intelectual propiamente dicha (Afectación intelectual y alteración del comportamiento adaptativo) y el Retraso Global del Desarrollo, que es un diagnóstico aplicable a niños menores de 5 años en los que no se puede valorar adecuadamente el rendimiento intelectual.

Si seguimos estrictamente las clasificaciones médicas, todo niño que tenga un retraso en el desarrollo y sea mayor de 5 años debería ser diagnosticado de Discapacidad Intelectual. Desde mi punto de vista esto no es correcto, ya que vemos a muchos niños con «retraso madurativo» que tienen una evolución favorable con una adecuada estimulación, y que a pesar de rendir por debajo de lo esperado para su edad, tienen un buen ritmo de aprendizaje y desarrollo. El neurodesarrollo debe ser visto como algo longitudinal, y el establecimiento de puntos de corte arbitrarios puede inducirnos a pronósticos erróneos y en muchas ocasiones perjudiciales. No debe importarnos tanto en qué punto del desarrollo está el niño sino de dónde viene y cómo está evolucionando.
Para acabar…
Sin duda, es necesario definir a qué llamamos «Retraso Madurativo», que informemos a los padres de lo que queremos decir cuando usemos este término, y que en la medida de lo posible, usemos diagnósticos con criterios claros. Finalmente, debemos explicar que el neurodesarrollo implica cambios, y que los diagnósticos en la infancia muchas veces no son definitivos.