«Hay un tiempo para muchas palabras, y también hay un tiempo para dormir».
Homero, poeta y literato de la antigua Grecia, s. VIII a.C.

Después de una pausa en las entradas del blog, voy a retomarlo hablando sobre un trastorno que, sin ser propiamente un trastorno del sueño, sí se encuentra relacionado con él porque sus manifestaciones pueden interferir con el sueño ¿habéis notado alguna vez las piernas «nerviosas»?¿o habéis tenido la necesidad imperiosa de mover las piernas? De eso es de lo que voy hablar, del Síndrome de Piernas Inquietas. Vamos a ello
¿Qué es el Síndrome de Piernas Inquietas?
El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) no es una enfermedad nueva, ya que fue descrito por primera vez por Sir Thomas Willis en 1672, pero no fue estudiado con detenimiento hasta 1944 por el neurólogo sueco Karl Ekbom, siendo también conocida como enfermedad de Willis-Ekbom. Es un trastorno neurológico sensitivo-motor que se caracteriza por la necesidad de mover urgentemente las piernas, asociado normalmente a una sensación desagradable.
La sensación en las piernas suele ser muy difícil de describir. Algunas personas dicen que notan «las piernas nerviosas«, otras veces notan sensaciones raras como «quemazón», «tirantez», o «agobio». Normalmente se alivia caminando, pero los síntomas reaparecen con el reposo. En los niños la descripción de los síntomas es especialmente difícil, porque a veces sólo notan que necesitan moverse, pero no son capaces de describir ninguna sensación concreta.
Estas sensaciones tienen un ritmo circadiano, empeorando de manera característica por la noche y en situaciones de reposo. Por este motivo puede interferir con el sueño, ya que los síntomas dificultan la conciliación del sueño.
Aunque es mucho más frecuente en personas de edad avanzada y en mujeres, cada vez se identifican más casos en niños, llegando en algunos estudios a una prevalencia del 2%.
¿Por qué se produce el SPI?
Se cree que se produce por una alteración de la dopamina, especialmente en el tálamo y médula . Además hay un claro componente genético, siendo frecuente que uno de los padres o abuelos esté diagnosticado de SPI, lo cual nos ayuda a orientar el diagnóstico en pediatría. Se han identificado algunos genes relacionados con el SPI como son el BTBD9, MEIS1 y MAP2K5
Un factor muy importante son los depósitos de hierro, ya que actúa como cofactor de la tirosin-hidroxilasa, que es una enzima responsable de la formación de dopamina. Por eso, en situaciones en las que hay una falta de hierro (Por ejemplo en el embarazo o en la insuficiencia renal) es mucho más frecuente que aparezcan síntomas de SPI.
¿Cómo se diagnostica el SPI?

El diagnóstico del SPI es clínico, por lo que es importante realizar una historia clínica completa. Los criterios diagnósticos son los siguientes:
1. Necesidad imperiosa de mover las piernas, generalmente acompañada o causada por una sensación desagradable, de dolor o malestar en las piernas.
2. Los síntomas aparecen y se agravan en situaciones de inactividad, como estando sentado o tumbado.
3. Los síntomas desaparecen o mejoran sustancialmente con el movimiento o el estiramiento de las piernas, al menos mientras dura la actividad.
4. Tiene un ritmo circadiano, con predominio al atardecer y anochecer.
Existen además unos criterios de apoyo al diagnóstico:
- Presencia de trastorno del sueño
- Movimientos periódicos de las piernas durante el sueño
- Movimientos involuntarios de las piernas durante la vigilia
- Exploración neurológica normal.
- Historia familiar
Si no cumple todos los criterios porque no empeoran por la tarde hablaríamos de SPI probable. Si solo muestra manifestaciones de discomfort cuando está tumbado o sentado y que parecen mejorar con el movimiento hablamos de SPI posible.
¿Es diferente el SPI en los niños?
Aunque la sintomatología del SPI es la misma en niños que en adultos, su reconocimiento puede ser más difícil ya que los niños en muchas ocasiones no son conscientes o no saben describir la sensación de disconfort en las piernas. En estos casos es muy importante observar la conducta del niño y si presenta inquietud cuando tiene que estar sentado o tumbado. Es frecuente que esa necesidad de moverse sea más llamativa durante la mañana, ya que es cuando se les exige estar sentados durante más tiempo en el colegio.
La necesidad de moverse puede confundirse con la hiperactividad del TDAH, por lo que siempre es importante, ante un diagnóstico de TDAH, preguntar por los síntomas de SPI. También se puede confundir con los típicos «dolores de crecimiento«, con tics o con otros problemas musculares.
¿Cómo se diagnostica?
El primer paso para el diagnóstico es sospecharlo, y realizar una completa historia clínica, centrándonos en las características de las molestias, y las medidas para aliviarlo. Nos podemos ayudar con cuestionarios basados en los criterios diagnósticos.
En algunas ocasiones el diagnóstico puede no estar claro, y nos podemos apoyar en la realización de pruebas complementarias.

Siempre es necesario realizar una analítica que incluya los depósitos de hierro (ferrita y % de saturación de la transferrina), ya que en caso de que estén bajos, el primer tratamiento será el hierro oral.
La polisomnografía es una prueba compleja y cara. Se debe realizar en un laboratorio de sueño, y se registran simultáneamente parámetros respiratorios, electroencefalográficos y neuromusculares. Necesita la colocación de una cantidad importante de sensores, lo que hace que en ocasiones sea mal tolerada por los niños. Está indicada en los casos de dudas diagnósticas par avalorar los movimientos periódicos de miembros y descartar otras patologías del sueño.
El Test de Inmovilización Sugerida consiste en mantener al paciente sentado en la cama con las piernas estiradas, dándole la instrucción de estar completamente quieto, y registrar los movimientos periódicos y la intensidad de las molestias. Es muy utilizado en adultos, pero en niños no se suele utilizar (Desconozco si está validado en niños)
¿Cómo se trata?
El primer y más importante tratamiento son las medidas de higiene del sueño. Ya sé que los médicos somos muy pesados con los hábitos y las rutinas diarias, pero es porque han demostrado que son más efectivos que cualquier medicamento, con menos efectos secundarios y con mayor efecto a largo plazo. en cuanto a la higiene del sueño incluye: Tener unos horarios regulares, dieta sana, realizar ejercicio regularmente pero no al final de la tarde, evitar bebidas excitantes y dormir un tiempo «suficiente».
Si persisten las molestias y los depósitos de hierro están bajos (Menos de 50 mcg/L) hay que realizar tratamiento con hierro durante al menos 3 meses. Es importante saber que el hierro hay que tomarlo en ayunas pero no se puede tomar con lácteos porque impide su absorción.

En otros casos se pueden usar tratamientos como la gabapentina, el clonazepam o la clonidina. En adultos se utilizan agonistas dopaminergicos (ropirinol, pramipexol, rotigotina) , pero todavía no están autorizados en niños, así que hay que valorar individualmente la necesidad del tratamiento. Estos tratamientos deben ser pautados por un médico con experiencia en trastornos del sueño
No conocemos la evolución a largo plazo de los niños con SPI, pero en la población general se ha indicado una tasa de remisión (en cuántos casos desaparece espontáneamente) del 50%. En adultos se ha descrito un curso lentamente progresivo cuando se inicia precozmente con fases de estabilización. Probablemente los casos secundarios a ferropenia tendrán una evolución mejor si se puede tratar la causa
Espero haber ayudado un poco a conocer esta patología porque lo que no se conoce no se diagnostica, y puede generar molestias importantes e interferir mucho en la vida del niño. Si tenéis la sospecha de que vuestros hijos pueden tener un síndrome de piernas inquietas, consultad con vuestro pediatra.
Dulces sueños
Como siempre en un placer leer toda la información que nos da. Sobretodo con niñ@s con Narcolepsia que tb pueden tener síndrome de piernas inquietas. Gracias
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