El sueño de un adolescente

«La adolescencia es un nuevo nacimiento, ya que con ella nacen rasgos humanos más completos y más altos»

G. Stanley Hall, psicólogo (1846-1924)

Aunque por el título parezca que voy a escribir un relato sobre los deseos e ilusiones de un jovenzuelo, la verdad es que de lo que voy a hablar es de algo mucho menos poético: como cambia el sueño en la adolescencia, cuáles son sus características, cómo les afecta y qué podemos hacer para ayudar a un adolescente a dormir mejor. Pero como el sueño es algo que está muy influido por el ambiente, no nos podremos olvidar de los condicionantes sociales que existen en esa etapa. Vayamos por partes.

Cómo cambia la estructura del sueño con la edad

El sueño va evolucionando desde el nacimiento hasta la edad adulta. En los neonatos el sueño se extiende a lo largo de todo el día, a partir de las 6-9 semanas de vida se van diferenciando las fases de sueño, diferenciándose en sueño tranquilo en lo que será el sueño no-REM (NREM), y el sueño activo en el sueño REM. A partir de las 16 semanas de vida se va estableciendo el sueño continuo, y progresivamente van desapareciendo las siestas desde las 2 siestas al día que precisa un lactante a los 6-12 meses, hasta una única siesta que precisa hasta los 3 años o su completa desaparición entre los 3-5 años de vida.

El sueño de los adultos jóvenes es algo diferente al de los niños. Los ciclos de sueño duran unos 90 minutos frente a los 60 que duran en la infancia, hay menos cantidad de sueño REM y menos sueño profundo (fase N3 del sueño NREM). Esto es importante, porque el sueño REM está relacionado con la consolidación de los aprendizajes y el sueño profundo con el descanso físico. Este cambio de las características del sueño infantil al del adulto se produce en la adolescencia.

¿Qué cambios se producen en el sueño durante la adolescencia?

Uno de los cambios más significativos que ocurren en la adolescencia es un retraso fisiológico de la fase del sueño, es decir, concilian el sueño más tarde. Esto es algo que les pasa a todos los adolescentes, independientemente de sus hábitos durante el día. Y ¿por qué pasa esto? Hay varios motivos:

  • Los adolescentes necesitan más tiempo despiertos para que les entre sueño. Es lo que se llama «presión de sueño», que va aumentando lentamente a lo largo del día. Cuanto mayor sea la presión del sueño más profundo será el sueño.
  • Se produce un retraso fisiológico en la secreción de melatonina, que es la hormona inductora del sueño en los humanos.
  • Los ritmos circadianos que en teoría deberían durar 24h en los adolescentes se prolongan un poco más, entre 24,3 y 25 horas (A veces incluso más), por lo que precisan ajustarse todos los días.

¿Qué otros cambios se producen en la adolescencia?

La adolescencia es una época de grandes cambios, especialmente a nivel social. En la adolescencia se afianzan las amistades y tiene especial importancia la aceptación en el grupo. Los amigos pasan a tener una influencia en muchos casos mayor que la familia, y adquiere una gran relevancia la imagen que se proyecta al exterior. Con el uso de los teléfonos móviles y las redes sociales esta sobreexposición de la imagen personal se hace más constante, provocando un aumento del nivel de «alerta social» en momentos en los que debería haber una desconexión.

Del mismo modo, el nivel de exigencia aumenta significativamente, tanto en lo académico como en lo personal. Se cambia la educación primaria, donde los niños están muy arropados por los profesores, y se pasa a una educación secundaria en la que prima la autonomía personal y la responsabilidad individual. La carga lectiva aumenta tanto en cantidad como en complejidad. Al mismo tiempo se aumenta el nivel de exigencia en las actividades extraescolares, ya sea deportivas o artísticas, precisando mayor dedicación y exponiendo a los adolescentes a un alto grado de competitividad.

Todo esto produce un gran stress emocional y cansancio físico que puede repercutir negativamente en el sueño.

¿Qué repercusiones puede tener la falta de sueño?

Tradicionalmente no se ha dado importancia al sueño, y se tiende a considerar un vago al que duerme mucho, y se envidia al que es capaz de dormir poco tiempo y seguir manteniendo un rendimiento aceptable. Sin embargo, cada vez sabemos más sobre las repercusiones negativas que puede tener la falta de sueño, tanto a nivel psicológico como físico.

Una de las consecuencias más claras es la repercusión negativa en el aprendizaje. No debemos olvidar que durante el sueño se afianzan los aprendizajes, especialmente en la fase REM, que abunda más al final del sueño. También se ha demostrado la importancia que tiene el sueño en la atención sostenida, que es una parte fundamental del proceso de aprendizaje. Desde un punto de vista más práctico se ha visto una asociación entre dormir menos de 8 horas y una disminución en el rendimiento en lengua y matemáticas. Quizás no sea el único factor, pero parece que puede contribuir de una manera significativa al rendimiento académico.

¿Y qué pasa con la salud? Pues parece que también puede verse afectada por la falta de sueño. Algunos estudios hablan de la relación entre el sistema inmunitario y el sueño. También parece que las personas que duermen poco tienen más resistencia a la insulina, lo cual se puede asociar a riesgo cardiovascular y diabetes. Una vez más, el sueño no será el único factor, pero sí puede aportar su granito de arena. Todo esto les resulta un poco lejano a los adolescentes, pero como muchos son deportistas sí les puede resultar interesante saber que la falta de sueño se asocia a un aumento del riesgo de lesiones deportivas.

También podemos hablar de la Salud Mental. Existen muchos estudios que relacionan el estado de ánimo con la calidad del sueño. Los adolescentes que duermen menos tienen mayores niveles de síntomas depresivos. Además, la falta de sueño puede dificultar el manejo de situaciones estresantes, tan frecuentes en la adolescencia, hasta el punto de relacionarse con riesgo de sufrir tristeza, desesperanza o incluso ideación autocrítica.

Con todo lo que he contado parece evidente que debemos favorecer que los adolescentes tengan un sueño de calidad pero ¿Cómo podemos conseguir eso?

¿Cómo podemos conseguir un sueño de calidad en los adolescentes?

Sin lugar a dudas la parte más importante es la educación. Debemos generar una cultura de sueño para que el adolescente sea consciente de la importancia que el sueño tiene para él tanto en lo físico como en lo psicológico y en lo académico. Si pretendemos imponer unas normas a un adolescente sin explicarle adecuadamente los motivos probablemente en el mejor de los casos perdamos el tiempo, y en el peor provocaremos el efecto contrario.

Debemos explicar a los adolescentes cuáles son los beneficios del sueño y cómo podemos conseguir un sueño de calidad. Lo más importante es mantener una buena higiene del sueño, para lo cual es recomendable aplicar estas medidas:

  • Mantener un horario regular de acostarse y levantarse. Los fines de semana se puede modificar ligeramente, pero no es recomendable hacer grandes cambios. Especialmente los domingos es importante no retrasar la hora de levantarse, ya que si lo hacen le va a costar mucho más conciliar el sueño el domingo y va a empezar la semana falto de sueño.
  • Evitar el consumo de excitantes como café y coca-cola por la tarde. También el tabaco y el alcohol interfieren con el sueño (No os escandalicéis, cada vez se empieza a fumar y a beber antes).
  • Evitar el abuso de pantallas, especialmente el móvil y la tablet, desde 1-2 horas antes de acostarse. Tampoco es recomendable ver la televisión en la cama. A la cama se va a dormir.
  • Es recomendable hacer deporte regularmente, pero a ser posible no al final de la tarde.
  • Por la mañana es recomendable exponerse a la luz, si es posible natural (subir las persianas por la mañana), y disminuir la iluminación al atardecer. Un buen hábito es ir al instituto andando, y si no es posible porque hay que desplazarse en coche, se le puede dejar a una distancia razonable para que haga el final del camino a pie.
  • Los colegios también deberían programar sus horarios, poniendo actividades más estimulantes a primera hora, y realizándooslos los exámenes a las horas en las que hay mayor rendimiento (media mañana).

¿Y qué podemos hacer si nada de esto funciona?

Si a pesar de tener una buena higiene del sueño persiste un problema para dormir que le repercute en su actividad durante el día, es recomendable solicitar una valoración por un experto en patología del sueño para descartar la existencia de un trastorno orgánico y valorar la necesidad de realizar un tratamiento farmacológico.

Espero que este post os haya resultado útil. Hoy voy a acabar con una frase de Aristóteles que viene muy bien para justificar este post:

«Los buenos hábitos formados en la juventud marcan toda la diferencia»

Lecturas recomendadas

Este post se ha basado en el artículo «Normal Sleep in Children and Adolescence» de Alex Agostini y Stephanie Centofanti (Child Adolesc Psychiatric Clin N Am 30(2021) 1-14.

El articulo «Sleep in adolescence: physiology, cognition and mental health» de Leila Tarokh et al. hace una buena revisión sobre las bases neurofisiológicas del sueño y su relación con la cognición y el estado de ánimo ( Neurosci Biobehav Rev. 2016 Nov;70:182-188).

Para saber más sobre los ritmos circadianos en la infancia y adolescencia y sus alteraciones es obligado leer el trabajo de J.A Madrid et.al «Organización funcional del sistema circadiano humano. Desarrollo del ritmo circadiano en el niño. Alteraciones del ritmo vigilia-sueño. Síndrome de retraso de fase» (Pediatr Integral 2018;XXII (8):385-395). ES una revisión muy completa, fácil de entender, y en español.

Mi hijo no duerme. Abordaje de los problemas de sueño

«El buen médico trata la enfermedad; El gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad»

William Osler, médico canadiense (1849-1919)

Uno de los motivos más frecuentes de consulta en Atención Primaria es “mi hijo no duerme”. Si después de hacer este comentario el pediatra os indica un tratamiento sin más preguntas ni exploración, ¡huid! A nadie se le ocurriría pautar un tratamiento para la tos sin profundizar en la historia ni hacer una mínima exploración ¿Por qué con el sueño no pasa lo mismo? Los problemas para dormir pueden ser manifestación de múltiples trastornos diferentes, unos orgánicos y otros conductuales, por lo que no puede haber un tratamiento común para todos. Voy a tratar de explicar brevemente en qué nos debemos fijar, y qué instrumentos puede utilizar los pediatras para llegar al diagnostico de los problemas de sueño. 

¿Cuál es el motivo de consulta? 

Decir que un niño duerme mal es como no decir nada. Tenemos que saber cuál es exactamente el problema que detectan los padres. Si el problema es para conciliar el sueño puede haber un insomnio conductual, un retraso de fase del sueño, un Síndrome de Piernas Inquietas o problemas médicos que dificultan el sueño como un reflujo gastroesofágico o una dermatitis atópica.  Si el problema son los despertares frecuentes puede ser por unos malos hábitos con asociaciones incorrectas del sueño, unos movimientos periódicos aumentados, apneas del sueño, o parasomnias. Si se mueve mucho puede ser normal, presentar movimientos periódicos de miembros, un sueño inquieto asociado a ferropenia o incluso una epilepsia nocturna.  

Como veis, después de conocer cual es el principal problema debemos orientar la entrevista para tratar de llegar al diagnóstico 

¿Desde cuándo le pasa? 

Cuando un niño duerme mal desde pequeño lo más probable es que no haya aprendido una buena rutina de sueño y haya acabado adquiriendo asociaciones incorrectas. Si el niño ha empezado a dormir mal de forma brusca hay que pensar en la presencia de un desencadenante orgánico (apneas, reflujo…) o psicológico (miedos, ansiedad), aunque también pueden ser problemas fisiológicos asociados a la edad (parasomnias). 

¿Cómo se duerme? 

Las rutinas para conciliar el sueño son muy importantes, no solo para los niños sino también para los adultos. Si no acostumbramos a dormir tapados y nos despertamos por la noche destapados agarraremos el edredón y nos volveremos a tapar para dormir. Si un niño pequeño se ha dormido en brazos y se despierta en la cuna probablemente volverá a pedir los brazos porque es lo que le relaja. Lo mismo pasará con el niño mayor o el adolescente que se duerma viendo la televisión.  

¿Qué hace durante el sueño? 

Moverse mucho no es signo necesariamente de dormir mal, y no todo ronquido es necesariamente patológico, pero conocer las posturas, movimientos y eventos que ocurren durante el sueño es muy importante para tratar de identificar la presencia de alguna patología como apneas, reflujos, piernas inquietas, etc.  

¿Cuándo y cómo se despierta? 

Esta es una pregunta que me parece muy importante, ya que si el niño se despierta por sí mismo y contento lo más probable es que haya dormido y descansado bien. No sólo es importante el tiempo de sueño sino también la profundidad y la calidad del mismo, por lo que algunas personas, no solo niños, pueden estar muy descansados con poco tiempo de sueño, y otros sin embargo necesitan dormir mucho más tiempo.  

¿Cómo está durante el día? 

Un niño que duerme mal va a estar durante el día irritable. Al contrario que los adultos, no va a estar cansado, lento y apático sino probablemente aumente su inquietud motora, especialmente si es un niño “movido”. Esta irritabilidad o inquietud va a ser más manifiesta en las horas finales del día, en las que ya necesita dormir. Otro dato muy importante es si necesita echarse siestas, y cuándo se las hecha. Siestas al final del día van a dificultar la conciliación del sueño por la noche. Además, si un niño mayor de 5-6 años sigue necesitando siestas nos debe servir como signo de alarma de que puede haber un trastorno del sueño que le impida descansar adecuadamente por la noche.  

¿Cómo podemos recopilar la información del sueño? 

Existen varios cuestionarios que pueden resultar muy útiles para recopilar información sobre el sueño. Los padres lo pueden utilizar para aportar esa información a los pediatras, ya que son fáciles de cumplimentar. A mí me gusta el Children´s Sleep Habits Questionnaire de J. Owens para recopilar información, porque está muy bien estructurado, y el Sleep Disturbance Scale for Children (SDSC) de O. Bruni, que aporta un punto de corte en 5 escalas, y ayuda a orientar el problema según qué escala sea la que está alterada.  Estos cuestionarios y muchos más están disponibles en la página web del grupo de sueño de la aepap (www.aepap.org) 

Pero sin duda el recurso que más información nos puede aportar son las agendas de sueño. Estas agendas son una representación gráfica de los periodos de sueño. En ella se apunta la hora de acostarse, la de levantarse, y se sombrea el tiempo que está dormido. De esta manera podemos tener una imagen muy visual del patrón de sueño, especialmente de la organización del sueño, la distribución de las siestas, y el horario de los despertares. En muchas ocasiones me he encontrado con familias que se han sorprendido al ver la distribución del sueño de sus hijos, y han sido conscientes de los cambios que tenían que hacer para conseguir mejorar el sueño ¿Qué os parece esta de abajo?

Y ahora que tenemos hecha la historia, ya podemos plantearnos el diagnóstico más probable, y por tanto las pruebas que pueden ser necesarias y los tratamientos más adecuados. En algunas ocasiones bastará con aplicar unas recomendaciones de higiene del sueño, pero otras veces puede ser necesaria la realización de pruebas complementarias o tratamientos conductuales o farmacológicos.   

A partir de ahora afrontaremos los diferentes trastornos del sueño ¿Estáis listos?

No es un paciente más

Hace mucho tiempo escribí un hilo en twitter sobre un paciente que me marcó, y que probablemente fue el culpable de que me dedicase a la Neuropediatría. Voy a volver a contar la historia del día que lo conocí, porque la vida a veces nos pone el mismo espejo delante para poder orientarnos en el camino.

Recuerdo perfectamente su nombre. Se llamaba Enrique. Cuando escribí por primera vez sobre él oculté su nombre, pero creo que se merece este pequeño homenaje por lo que significó para mí. Yo era residente de primer o de segundo año, no lo recuerdo bien, y Enrique debía tener 14 o 15 años. Enrique tenía una parálisis cerebral infantil, y cuando yo le conocí estaba ingresado en la planta de pediatría, en una situación irreversible. Recuerdo que nos llamaron y fui con mi adjunta a verle. Su hermana estaba sentada en su cama agarrándole la mano mientras su madre lloraba diciendo unas palabras que en aquel momento no entendí: «¿Qué vamos a hacer sin nuestro Enrique?», decía entre lágrimas. Desde la ignorancia se puede pensar que esa familia iba a sentir un alivio porque Enrique habría sido una carga para ellos. Quizás su hermana había visto condicionada su infancia a las necesidades de Enrique, y se habría tenido que privar de muchas cosas, no solo materiales sino también personales. Pero eso no era así.

Con el paso del tiempo comprendí que Enrique no había sido una carga para su familia, sino un motivo para luchar y para seguir adelante. Quizás Enrique se había convertido en el centro de sus vidas, y si la piedra angular se rompe, todo el edificio se cae. Y también me enseñó mi adjunta que en momentos como ese un abrazo puede ser la mejor medicina.

Enrique falleció esa noche, pero dejó en mí una huella imborrable que me dejó marcado para siempre. Porque hay pacientes que te marcan y de los que no te olvidas nunca. Son pacientes que te llevas a casa día tras día, que a veces te roban tu último pensamiento antes de dormir, y que llegan a ser parte de tu familia. Algunos dejan de estar en tu agenda por motivos diversos, pero nunca dejan de ser tus pacientes. Y cuando hablo de ellos también hablo de sus familias, porque en pediatría el paciente es la familia.

Muchas veces me han dicho que la neuropediatría es muy triste porque no curamos, pero eso no es verdad porque en casos como en el de Enrique no pretendemos curar una enfermedad sino tratar a un enfermo. A veces el mejor tratamiento no es ninguna medicina ni está financiado por ningún laboratorio. Esa relación de confianza, personal y humana, es para mí la esencia de la neuropediatría.

Y de pronto otro Enrique se cruza en mi camino y me recuerda por qué me hice neuropediatra. Miro el camino recorrido y me planteo el futuro, porque no se puede saber el destino sin conocer el origen de todo. Y pienso en todos esos pacientes especiales que me llevo a casa cada día, y que son los que me motivan a mejorar para no fallarles. Y el espejo se transforma en una ventana a la que asomarse para ver el horizonte.

El próximo día volveré con mis entradas sobre el sueño, pero hoy quería escribir esto como agradecimiento a Enrique y a todos los Enriques que se han cruzado en mi camino.

¡Gracias!

¿Cómo es el sueño normal?

«El sueño alimenta cuando no se tiene qué comer»

Menandro (342 a.C.-292 a.C.) Comediógrafo griego

Si queremos poder tratar lo patológico primero tenemos que saber reconocer lo que es normal, conociendo la estructura del sueño normal y las variaciones que se pueden producir en función de la edad. Lo voy a intentar explicar de la forma más sencilla posible.

¿Cómo se estructura el sueño?

El sueño va cambiando con la edad, y no es lo mismo el sueño de un recién nacido que el sueño de un niño mayor, de un adulto o de un anciano. En el recién nacido hay 2 tipos de sueño, tranquilo y activo, que se van alternando cada 1,5 horas aproximadamente. Con el tiempo esos periodos van cambiando su distribución, y se van transformando en lo que posteriormente serán el sueño No-REM (NREM) y el sueño REM.

El sueño NREM se divide en 3 fases, y va del más superficial (N1) al más profundo (N3). Es más frecuente en la primera mitad de la noche y se relaciona con procesos de homeostasis corporal. Se cree que es fundamental para el descanso físico.

El sueño REM, que se caracteriza por los movimientos rápidos de los ojos, es más frecuente en la segunda mitad de la noche. Es la fase durante la que soñamos, y mucho más frecuente en la infancia. Se relaciona con la consolidación de los aprendizajes y recuerdos.

Las fases de sueño se van alternando cíclicamente, y los ciclos son más cortos en los niños que en los adultos. Un ciclo de sueño en un lactante dura 45-50 minutos, y en un adulto 90-100 minutos. Esto lo vemos representado en los hipnogramas.

Las necesidades de sueño van cambiando con la edad, desde las 16h que necesita un neonato hasta las 11h a los 3-5 años, 10h a los 9-10a o 7,5-8h del adulto. Sin embargo hay mucha variabilidad entre las necesidades de unos y otros niños a la misma edad.

También cambia la distribución del sueño. El recién nacido duerme a lo largo de todo el día. Poco a poco se va consolidando el sueño nocturno, y a los 8 meses lo normal es necesitar 2 siestas, una a los 18-24 meses, y a los 4-6 años desaparecen las siestas. Por tanto, un niño mayor que se siga durmiendo siestas probablemente lo haga porque duerme mal por la noche.

Los despertares nocturnos son normales, ya que hasta el 20% de los niños a los 2 años se despierta al menos una vez, y el 14% a los 3 años. Eso no significa que tengan un trastorno. Dependerá del tiempo que pase despierto y de la dificultad que tengan para volver a dormirse, por eso unos adecuados hábitos de sueño son fundamentales para aprender a conciliar el sueño adecuadamente, tanto al acostarse como en los despertares nocturnos.

¿Qué son los ritmos circadianos?

Un concepto importante es el del ritmo circadiano. Tanto el ritmo sueño-vigilia como muchas funciones fisiológicas siguen un patrón alternante que se repite cíclicamente. Cuando el ciclo dura 24h se denomina ritmo circadiano.

Este ritmo circadiano está controlado por un reloj interno principal situado en el núcleo supraquiasmático (NSQ) y otros relojes periféricos situados en diversos órganos, como el hígado, corazón, páncreas, etc. Los relojes internos se deben sincronizar con el ambiente siendo el principal sincronizador es la luz ambiental a través de conexiones entre la retina y el NSQ, pero también la alimentación, ejercicio, relaciones sociales…

Del NSQ salen conexiones hacia la glándula pineal, que es la responsable de fabricar melatonina, y que junto a otras variables como el control de temperatura, el cortisol o el Sistema Nervioso Autónomo va a controlar los osciladores periféricos.

Este esquema de Madrid-Navarro y cols. (2015) y sacado de una monografía de Neurología Clínica lo simplifica muy bien:

Cuando el ritmo fisiológico no está sincronizado con el ambiente se produce una cronodisrupción. El trastorno más frecuente es el Retraso de Fase del Sueño, muy frecuente en los adolescentes, pero también puede haber un adelanto de fase o un sueño irregular. La cronodisrupción puede tener unos efectos muy negativos tanto a nivel psicológico como fisiológico, y se cree que está asociado al envejecimiento prematuro.

Con esto creo que tenemos una base suficiente para poder empezar a enfrentarnos a los problemas que puedan surgir durante el sueño. Lo primero será hacer una buena historia para identificar los problemas, y luego plantearnos su abordaje. Para eso os invito a seguir leyéndome en las próximas entradas del blog.

¡Felices sueños!

Sueño con dormir

«El sueño es la pequeña puerta escondida en el más profundo y más íntimo santuario del alma».

Carl Jung (1875-1961), psicólogo y psiquiatra suizo.

Voy a iniciar una serie de posts sobre los trastornos del sueño. Estarán desarrollados a partir de unos hilos que ya he publicado en twitter y que se pueden seguir en mi perfil @fermarvalle, pero he pensado que estaría bien escribirlos con algo más de detalle. En ellos abordaré desde el sueño normal de los niños, cómo estudiar un posible trastorno del sueño, y los principales problemas y trastornos que nos podemos encontrar en la infancia.

¿Por qué es importante el sueño?

Cada vez que preparo una presentación sobre los trastornos del sueño en la infancia me acuerdo de aquél compañero que cuando le comenté que me dedicaba a la patología del sueño me dijo: «eso son problemas banales». Nada más lejos de la realidad. El sueño es una parte muy importante de nuestra vida, ya que llega a ocuparnos casi un tercio de ella y en contra de lo que se creía antiguamente no es sólo un estado de reposo o de ausencia de actividad, sino un proceso activo que es fundamental para nuestro bienestar físico y mental. Durante el sueño se producen procesos homeostáticos que son imprescindibles para la supervivencia, y además se afianzan los aprendizajes que realizamos durante la vigilia. Los trastornos del sueño pueden tener consecuencias muy negativas durante el día, y al mismo tiempo pueden ser reflejo o el primer síntomas de problemas físicos y psicológicos.

¿Los trastornos del sueño son frecuentes en la infancia?

La respuesta es Sí, son frecuentes. Algunos estudios poblacionales indican la presencia de problemas de sueño en el 25-30% de los niños menores de 5 años. La mayor dificultad en muchas ocasiones es diferencial un problema de sueño de lo que es un verdadero trastorno. Los problemas de sueño son patrones de sueño que son insatisfactorios para el niño o para su familia. En muchas ocasiones estos problemas pueden no precisar tratamiento por ser variantes de la normalidad. Los trastornos del sueño, en cambio, son alteraciones reales en la fisiología del sueño que producen una repercusión en la salud y bienestar del paciente.

Otro aspecto a tener en cuenta es que el sueño de los niños va cambiando con la edad, y lo que en un momento dado es normal puede transformarse en patológico a otra edad. Por eso es importante conocer la evolución normal del sueño, para tener unas expectativas realistas sobre el sueño de nuestros hijos.

Una frase que he oído decir muchas veces es que los que tienen el problema con el sueño son los padres, no los niños. Esto es una verdad a medias, ya que es cierto que el patrón de sueño del niño puede producir más problemas a sus padres que a sí mismo pero si el sueño del niño provoca alteraciones importantes en la dinámica familiar al final le va a repercutir negativamente. En estos casos habría que hacer un abordaje familiar, ajustando las expectativas de los padres pero también ayudando al niño a mejorar su patrón de sueño.

¿Qué repercusión pueden tener los trastornos del sueño en la salud del niño?

Algunas de las consecuencias de la falta de sueño son muy evidentes y seguro que las hemos sufrido o manifestado nosotros mismos. Cuando hemos dormido poco al día siguiente nos encontramos de peor humor y más irascibles, y cuando esta privación del sueño se cronifica se afecta significativamente el estado de ánimo, existiendo una clara relación bidireccional entre la depresión y los trastornos del sueño. En los niños la privación del sueño se suele manifestar como irritabilidad e inquietud en lugar de la lentitud motora de los adultos.

A nivel cognitivo la privación de sueño va a producir una disminución de la atención selectiva, la vigilancia y la memoria, la cual va a afectar especialmente a los niños en edad escolar. Existen trabajos que han demostrado la mejora del rendimiento académico y la disminución de los conflictos escolares mejorando los hábitos de sueño de los niños.

También se han relacionado los problemas de sueño con la obesidad, alteraciones cardiovasculares y endocrinas, y en adultos con enfermedades neurodegenerativas. En los niños con problemas neurológicos es más frecuente la presencia de trastornos del sueño que en la población general, pudiendo mejorar la sintomatología neurológica si mejoramos el sueño.

¿Cuanto debe dormir un niño?

Esta es una pregunta muy frecuente. Algunas personas se preocupan porque sus hijos «no duermen lo suficiente», pero por otro lado nos sentimos maravillados por esas personas que necesitan dormir poco para rendir bien durante el día. La realidad es que existe una gran variabilidad entre lo que necesitan dormir unas personas y otras. Aunque se han descrito unas orientaciones sobre lo que deberían dormir los niños creo que el criterio debe ser «lo que necesite el niño para estar bien durante el día». Un niño de 4 años puede estar bien durmiendo 10 horas mientras otro con 11 puede no ser suficiente. Además debemos tener en cuenta que no sólo es importante el tiempo de sueño sino también la calidad del mismo, ya que será más reparador un sueño corto pero profundo que un sueño muy largo pero desestructurado.

¿De qué voy a hablar en los próximos posts?

Como he dicho que hay que conocer el sueño normal para saber reconocer lo patológico empezaré explicando el sueño normal y su abordaje. Después hablaré sobre el insomnio, que es sin duda el problema más frecuente, y sus diferentes abordajes, y posteriormente iré repasando diferentes trastornos del sueño de la infancia (parasomnias, síndrome de piernas inquietas, narcolepsia…), pero estoy abierto a sugerencias sobre temas a tratar

¡Espero que no os durmáis leyendome…!

La telemedicina no me gusta

No puede el médico curar bien sin tener presente al enfermo

Séneca (4a.C-65 d.C), filósofo romano

En las últimas semanas hemos tenido que cambiar nuestra forma de ejercer la medicina, adaptándonos al distanciamiento social y desarrollando diferentes formas de telemedicina para mantener el contacto con nuestros pacientes. Estoy seguro de que tendremos que acostumbrarnos, pero eso no significa que nos tenga que gustar, y os voy a contar por qué a mí no me gusta.

El acto médico debe ser entendido como un encuentro importante que requiere de una cierta preparación, un entorno adecuado, unos tiempos y unos instrumentos acordes a la importancia del momento. Si lo pensamos, una cita médica no difiere mucho de otro tipo de citas más románticas.

La preparación

Una de las partes más importantes de la consulta médica es la preparación de la misma tanto por parte del paciente como del médico. Cuando un paciente va a la consulta tiene que pensar previamente qué informes y documentación tiene que aportar, pensar qué va a contar y qué preguntas tiene que hacer al médico para aclarar sus dudas. Cuando llamamos por teléfono al paciente lo más habitual es que le pillemos desprevenido, sin tener preparada la información, y sobre todo, sin darle tiempo a procesar la información que le damos. Además, puede estar haciendo alguna actividad que en ese momento le parece más importante, ya sea laboral o personal.

Este momento sería equivalente al adolescente que decide qué ropa se va a poner y se arregla delante del espejo pensando en cómo va a desarrollarse la noche.

El entorno

A pesar de que suele ser un lugar poco valorado, las salas de espera de los hospitales sirven para que el paciente se vaya adaptando a la situación a la que se va a enfrentar. Les ayuda a desconectar de sus actividades previas, ya sea el trabajo, el colegio o el hogar, y van adaptando sus pensamientos a su problema médico. Es cierto que este efecto no es tan útil en los niños pequeños, pero sí lo es en sus acompañantes. Además, el simple hecho de compartir sala con otras personas con patologías similares hace que se sientan menos solos y pierdan el miedo al ver que hay más personas con similares problemas al suyo. Lo malo de estas salas de espera es que muchas veces se pasa demasiado tiempo en ellas, pero de eso hablaré más adelante.

A todos se nos ocurre que no es lo mismo intentar iniciar una relación en unos lugares que en otros, aunque maestros hay que se desenvuelven bien en cualquier ambiente.

Los tiempos

Cada consulta médica necesita unos tiempos determinados según su complejidad y las características del motivo de consulta. Cuando llamamos por teléfono la consulta se limita a un intercambio más o menos fluido de preguntas, datos y síntomas, sin proporcionar tiempos para procesar la información. Para mí los silencios son una de las partes más importantes de la conversación, ya que ayudan al paciente a asimilar las explicaciones y plantearse dudas. También nos ayuda a los médicos a plantearnos el tratamiento o la actitud a seguir. En la consulta presencial estos silencios normalmente ocurren mientras escribimos en la historia, hacemos las peticiones o mientras el paciente se viste tras la exploración, pero todos sabemos que un silencio al teléfono es especialmente incómodo.

Los silencios, las miradas, los tiempos…

Los instrumentos y la entrevista

Puede resultar evidente pensar en los aparatos sofisticados que algunos especialistas tienen en sus consultas, pero el material de los neuropediatras es muy simple: Un martillo, una luz, un oftalmoscopio (Esto es lo más complejo que tenemos) suele ser suficiente material, pero sin duda lo más importante para mi es la observación, y eso es algo que no puedo hacer por teléfono. Mi exploración empieza desde el momento en que el paciente y su acompañante entran por la puerta. En algunas ocasiones ya podemos ver la actitud del niño hacia el entorno (Si se fija en los juguetes, si se esconde detrás de su madre, cómo se sienta…). Me gusta ver como juega y sobre todo qué relación tiene con su acompañante

Con los niños mayores o los adolescentes es muy importante saber qué es lo que ellos piensan y cómo viven su enfermedad o trastorno. No me gusta preguntar a los niños y que me respondan las madres, pero mucho menos me gusta preguntar sólo a las madres, porque entonces no sé de quién es el problema que estoy tratando.

¿A alguien se le ocurriría ligar dirigiéndonos sólo a la amiga de nuestro objetivo? A mi no, aunque en ocasiones las amigas puedan servir de ayuda…

La resolución

Como cualquier cita, va a tener un desenlace que si todo va bien va a desembocar en una segunda cita y en el inicio de una relación médico-paciente duradera. En algunos pocos casos la cita acabará ahí, ya sea por descontento o porque se han cumplido todos los objetivos de la consulta.

¿Me das tu teléfono, o quedamos como amigos?

¿Qué más perdemos?

Además de todo lo que he ido comentando, creo que con una cita telefónica perdemos todo el lenguaje no verbal que acompaña a la entrevista clínica: Las posturas, los gestos, las miradas, las sonrisas. Muchas veces la expresión del paciente nos indica que no ha comprendido la explicación o que no se encuentra conforme con ella, y eso nos da una segunda oportunidad para resolver las dudas. Otras veces, una sonrisa complice, o un gesto de una de las partes es suficiente para dar a entender que todo va bien.

Con todo esto no quiero decir que esté en contra de la telemedicina, ya que me parece una herramienta muy útil, con grandes ventajas como la accesibilidad y en ocasiones la inmediatez, pero debemos saber utilizarla con prudencia. No me gustaría que se aprovechase este momento de necesidad para reducir la calidad de nuestra asistencia haciendo desaparecer lo que debe ser la esencia de nuestra profesión, que es el contacto humano. Debemos defender una consulta de calidad, con tiempos suficientes para atender a los pacientes, evitando tanto la saturación de las agendas como la masificación de las salas de espera. Y todo esto pasa sin duda por la mejora de la relación con Atención Primaria para coordinar la asistencia y por unos aumentos de plantilla adaptando la oferta a la demanda.

Mientras todo esto ocurre, yo seguiré esperando a mis pacientes en «la consulta de los juguetes».

Tics

«Si podeis curar, curad; si no podeis curar, calmad; si no podeis calmar, consolad»

Augusto Murri (1841-1932) Médico italiano

Después de un breve parón de mi actividad neuropediátrica voy a retomarla con un tema que me han solicitado, y que es el de los tics ¿Qué son los tics?¿por qué se producen?¿Qué podemos hacer? Voy a responderlo poco a poco

¿Qué son los tics?

Los tics son movimientos intermitentes repetitivos e involuntarios que se realizan sin ningún propósito. Una características de ellos es que se pueden suprimir durante un tiempo limitado a voluntad, pero posteriormente reaparecen. Debido a esto algunas personas se piensan que son voluntarios, pero no es así, ya que su control es algo parecido a la respiración: aunque es inconsciente nosotros la podemos controlar durante unos segundos, proponiéndonos respirar rápido, despacio, etc, pero pasado ese tiempo se vuelve a respirar de forma espontánea e inconsciente. Otras características habituales de los tics son que desaparecen casi por completo durante el sueño y que se suelen preceder de una sensación de disconfort que cede con la realización del tic.

Su diagnóstico es clínico y normalmente no precisa de la realización de ninguna prueba complementaria.

¿Por qué se producen los tics?

No se sabe por qué se producen pero está claro que hay un componente genético, ya que son más frecuentes dentro de algunas familias y en gemelos monocigotos (idénticos). Parece que lo que se hereda es una predisposición a los tics, pudiendo aparecer en ciertas situaciones, como stress, cansancio, o por algunas infecciones.

Se ha estudiado mucho el substrato orgánico de los tics, encontrándose alteraciones en los ganglios nasales y en circuitos cortico-subcorticales que parecen explicar las alteraciones motoras y conductuales. Se han estudiado también alteraciones en algunos neurotransmisores como la dopamina, GABA o glutamato (Los neurotransmisores son sustancias químicas que intervienen en la transmisión de la información entre las neuronas).

A pesar de todos estos estudios e hipótesis todavía no se conoce a ciencia cierta cuál es al alteración primaria que produce los tics.

¿Qué tipos de tics hay?

Sin duda todos conocemos a alguien que tenga algún tic motor simple. El más habitual es el guiño de ojos, pero también puede ser gestos con la nariz o la boca, o menos frecuentemente con los hombros o las manos.

También existen los tics motores complejos, que incluyen gestos más elaborados que inicialmente pueden parecer intencionales, pero que realmente no tienen sin ningún propósito, como recogerse el flequillo, colocarse el cuello de la camisa o subirse las gafas.

Otro tipo de tics son los tics fonatorios, que incluyen ruidos como de carraspeo, sorber por la nariz, o en casos más complejos repetición de palabras (ecolalia o palilalia), incluso a veces malsonantes (coprolalia)

¿Cómo evolucionan los tics?

El curso natural de los tics es bien conocido. Suelen aparecer en torno a los 6 años, tener su momento de mayor intensidad entre los 8 y los 12 años, y posteriormente ir desapareciendo. A los 18 años en la mayoría de los casos han desaparecido o han disminuido significativamente

¿Y qué es el Sd de Gilles de la Tourette?

El Sd. de Gilles de la Tourette es un síndrome caracterizado por la presencia de 2 o más tics motores y uno fonatorios durante un periodo de al menos un año, apareciendo antes de los 18 años y que no es producido por consumo de sustancias ni por otras enfermedades.

Aunque en sus criterios diagnósticos sólo se incluyen los tics, hasta el 90% presentan otras alteraciones psicopatológicas como síntomas obsesivos-compulsivos, ansiedad, conductas explosivas o agresivas, o fobias. Estas alteraciones suelen aparecer unos años después que los tics, y pueden producir mucha más disfunción que los tics. Otros problemas que pueden asociar son los problemas de aprendizaje o trastornos del sueño.

¿Cómo se tratan los tics?

En la mayoría de los casos no es necesario realizar ningún tratamiento ya que suelen ser tics leves que no producen ninguna disfunción ni ningún malestar. En estos casos lo mejor es no darle importancia. En los momentos en los que se vea que está teniendo muchos tics se le puede tratar de distraer cambiando de actividad pero sin realizar ninguna alusión a los tics.

En casos moderados o severos se puede realizar tratamiento. El primer tratamiento es el conductual, mediante Técnicas de Reversión del Hábito o un Programa Integral de Intervención Conductual, el cual incluye psicoeducación, entrenamiento atención, automonitorización, entrenamiento en respuesta competitiva, técnicas de relajación y manejo de contingencias. Sin embargo, los profesionales entrenados en este tipo de técnicas son escasos, y estas técnicas requieren de una gran inversión de tiempo y esfuerzo.

En casos en los que las técnicas no farmacológica son son efectivas se pueden usar tratamiento farmacológicos, entre los que se encuentran como primera opción los no neurolépticos (Guanfacina, Clonidina, Topiramato), y como segunda opción los neurolépticos (Pimozida o risperidona entre otros). La elección de una u otra medicación va a depender del médico, la gravedad del trastorno y los deseos del paciente y su familia.

¿A dónde puedo acudir si mi hijo tiene tics?

En la mayoría de los casos el abordaje inicial lo puede hacer el pediatra de Atención Primaria. Si tiene dudas sobre la causa de los tics o la necesidad de tratamiento lo puede derivar a neuropediatría.

Un recurso muy útil suelen ser las asociaciones de familiares, ya que pueden proporcionar recursos para el día a día que a los médicos se nos escapan, además de conocer especialistas o terapeutas con experiencia en el manejo de los tics. En la Comunidad de Madrid por ejemplo existe Ampastta (www.ampastta.com), o en Andalucía ASTTA (www.tourette.es)

Resumiendo…

Los tics son un trastorno muy frecuente en la infancia y en la mayoría de los casos son leves y no necesitan ningún tratamiento, mejorando con la edad. Y si persisten en el tiempo o producen mucho malestar, consultad con vuestro pediatra, que seguro que os sabrá orientar.

Me despido por ahora, pero espero volver dentro de poco para presentaros una cosa que espero que os sea util…

Aprendiendo de la pandemia

«Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca son estériles»

Ernest Renan (1823-1892), Escritor, filósofo, arqueólogo e historiador francés.

El post que voy a escribir hoy no trata sobre neuropediatría, ni siquiera sobre la pediatría general. Tampoco voy a hacer un análisis científico de lo que está siendo la pandemia del coronavirus. Lo único que quiero es contar cómo ha sido mi experiencia en las últimas semanas y qué cosas he aprendido.

Desde hace tres semanas y media he estado ayudando en la asistencia a pacientes adultos con coronavirus, y hoy que ha sido mi último día antes de volver a Pediatría creo que llega el momento de hacer balance y contar lo que he vivido. Esta experiencia me ha hecho ver la medicina desde un punto de vista diferente al que yo estaba acostumbrado, pero también me ha hecho pensar sobre aspectos más personales y humanos, si es que la medicina no es también personal y humana.

Cuando llegué a Medicina Interna lo hice como si volviese a ser residente, dispuesto a aprender para poder ayudar. Era consciente de que entraba en un mundo desconocido para mi, donde los antecedente pueden llenar una página, las dosis se calculan en comprimidos o ampollas en lugar de mg/Kg, y donde se usan fármacos que yo nunca he pautado. Sin embargo me sentí perfectamente acogido por mis nuevos compañeros, y eso fue más o menos fácil de aprender.

La primera semana fue la más dura, quizás porque me estaba adaptando pero también porque la carga de trabajo era enorme. Teníamos que atender a muchos pacientes, algunos de los cuales estaban en una situación muy grave, y con unos medios limitados para poder vencer a este maldito virus. Teníamos la sensación de que hiciésemos lo que hiciésemos no eramos capaces de cambiar el curso de la enfermedad, y que por algunos pacientes no podíamos hacer nada por mucho que lo intentásemos. La enfermería trabajaba incansable enfundados en esos EPIs que quedan muy bien en las fotos pero que son insufribles cuando los llevas más de media hora seguidas (Y ellas lo llevaban casi todo el turno). Eso cuando teníamos EPIs de verdad, porque al principio era algo variable, pero sobre eso prefiero no hablar mucho.

Hemos tenido pacientes relativamente jóvenes que han ido muy mal, alguno de los cuales ha fallecido sin que pudiésemos evitarlo, y otros más mayores y en teoría más frágiles que sorprendentemente han salido adelante. En muchos momentos he tenido la frustración de no entender por qué pasaba esto y abandonaba el hospital con la incertidumbre de no saber cuántos de mis pacientes iban a estar al día siguiente. Afortunadamente la mayoría seguían ahí, aguantando un día sí y otro también.

Algunas historias son especialmente tristes, como cuando hablas con los hijos de nuestros pacientes y te cuentan que acaban de perder a uno de sus padres y sientes la angustia en su voz preguntándote cómo está el que acaba de ingresar. O cuando una anciana te pregunta entre sorprendida y resignada que por qué tenemos tanto interés en que siga con vida. En ese momento no supe qué decir, y todavía creo que no sabría encontrar las palabras adecuadas. Otras veces te duele la soledad de los pacientes que no pueden recibir la visita de sus familiares para darles la mano, animarles o regalarles una sonrisa. Porque el EPI deja ver los ojos pero esconde las sonrisas, y eso creo que es algo que deberíamos solucionar.

Pero el título de este post es «aprendiendo con la pandemia», y voy a contar lo que he aprendido:

  • He aprendido que cuando se nos necesita los sanitarios somos capaces de trabajar todos juntos. Da igual que seamos internistas traumatólogos, geriatras, pediatras, ginecólogos, enfermeras, auxiliares, etc. Somos capaces de anteponer el paciente a nuestros egos, y eso es algo que me hace sentir orgulloso de la profesión que he elegido.
  • He aprendido también que no hay nada más deshumanizador que la distancia ni más cruel que la soledad impuesta. No debemos dejar que se confinen los sentimientos porque los abrazos que no damos se pierden para siempre.
  • También me he dado cuenta de que somos lo que somos gracias a nuestros mayores, y que ellos siempre se merecen una oportunidad, porqueque los niños tienen toda la vida por delante, pero los mayores cargan toda su vida a sus espaldas.

Se me quedan muchas cosas en el tintero, pero no me quiero extender más. Sólo quiero expresar mi reconocimiento a todos los que siguen en primera línea, internistas, geriatras, intensivistas, anestesistas, urgenciólogos, enfermeras y auxiliares, celadores… El camino será largo, pero juntos llegaremos hasta el final. Y por supuesto agradecer a los que han sido mis nuevos compañeros que me hayan dejado aportar mi granito de arena. Seguimos adelante porque…

Juntos lo conseguiremos

¿Por qué le cuesta aprender?

«No aprendemos para la escuela sino para la vida»

Séneca (4 a.C, 65 d.C)

Uno de los motivos más frecuentes de consulta en neuropediatría son las dificultades del aprendizaje. En estos tiempos en los que hemos podido ver a nuestros hijos trabajando en casa seguro que muchos padres han podido apreciar mejor las dificultades que algunos de ellos tienen para prestar atención, organizarse, o comprender las lecciones, con la dificultad añadida de haber cambiado a una enseñanza a distancia para la que muchos no estaban preparados. Voy a tratar de explicar cuándo podemos pensar que existe una Dificultad Específica del Aprendizaje (DEA) o un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y las medidas más básicas que es recomendable realizar

¿Qué factores influyen en el aprendizaje?

Una de las cosas más importantes que debemos entender es que no todos los niños aprenden igual, y por tanto los resultados académicos van a depender de varios factores:

  • La capacidad del alumno: No todos los alumnos tienen la misma capacidad, por lo que no podemos esperar los mismos resultados de todos los alumnos. Además, la capacidad de resolver tareas puede no ser homogénea, presentando más facilidad y por tanto mejores resultados en unas tareas que en otras.
  • La capacidad y método del profesor: Todos hemos tenido profesores que nos han sabido estimular y otros con los que las tareas nos resultaban menos motivadoras. Además, un profesor puede tener una forma de enseñar que sea muy buena para unos alumnos pero no tan buena para otros.
  • La salud física: Un niño con un mal estado de salud va a tener más dificultades para aprender. Esto es muy importantes en enfermedades crónicas que pueden producir situaciones de malestar o debilidad, a veces no muy intensas pero sí muy persistentes. Otro aspecto muy importante es el descanso, ya que un niño que no descansa o no duerme lo suficiente no va a rendir bien en el colegio.
  • La situación anímica y psicológica: Un aspecto muy importante para el aprendizaje es la motivación. Cuando algo nos interesa y nos gusta es más fácil mantener la atención y nos cuesta menos. Además, si tenemos preocupaciones importantes o nuestra situación anímica no es buena nuestra atención se va a desviar hacia aquello que nos preocupa.
  • El ambiente social y familiar: Muy relacionado con lo anterior, ya que un niño que no se encuentra bien integrado en el colegio o que tiene conflictos con sus compañeros, profesores o familia va a tener más dificultades para focalizar su atención en el aprendizaje. Además, las diferentes situaciones familiares hacen que por desgracia no todos los niños tengan las mismas condiciones favorecedoras del aprendizaje

¿Cuando NO hay que pensar como primera posibilidad en un trastorno del aprendizaje o un TDAH?

Muchas veces vemos pacientes que nos derivan por la sospecha de Trastorno del Aprendizaje o TDAH sin haber descartado antes otros problemas que pueden ser más importantes. Voy a enumerar alguna de esas situaciones:

  • Ni el TDAH ni las DEA aparecen súbitamente, ya que al ser trastornos del neurodesarrollo su inicio se da en la primera infancia, aunque las dificultades pueden ir haciéndose más marcadas con el paso del tiempo. Cuando el rendimiento escolar baja de manera brusca hay que pensar siempre en un problema físico o psicológico.
  • Una de las causas más frecuentes de esta disminución del rendimiento, sobre todo si va acompañada de síntomas vagos como dolor de cabeza o dolor abdominal que producen absentismo escolar, son los problemas de acoso escolar. Ante la mínima sospecha es importante que hablemos tanto con nuestro hijo como con sus profesores.
  • Si no dedica tiempo al estudio lo normal es que los resultados sean malos. Los niños con dificultades del aprendizaje tienen unos resultados muy inferiores a lo esperado por su esfuerzo.
  • Los problemas de audición y de visión pueden producir problemas de aprendizaje. Siempre se debe preguntar por dificultades para ver la pizarra, leer textos con letra pequeña, o escuchar al profesor.
  • Si «está todo el día jugando a la play», «no suelta el móvil» o «no nos hace caso en nada», el problema no es de aprendizaje aunque dicha actitud se manifieste en unos malos resultados académicos.

¿Cuáles son las primeras medidas a tomar en casa?

  • Es fundamental crear un hábito de estudio con un horario regular. Ahora que están en casa deben tener una hora fija de levantarse y ponerse a realizar las tareas. Por las tardes también deben tener un horario, siendo recomendable que lo plasmen por escrito según las asignaturas y actividades que tengan cada día.
  • Lo ideal es que tenga un lugar tranquilo para estudiar, preferiblemente en su habitación, que esté recogido y sin distracciones. Si esto no es posible, tiene que estar en un lugar lo más silencioso posible, evitando tener encendida la televisión.
  • Hay que programar descansos, que deben ser breves, y a ser posible sin realizar actividades de las que les cueste desconectar como ver la televisión o jugar con consolas. Los periodos de atención son tanto más cortos cuanto más pequeño es el niño. Además, es bueno cambiar de actividad, intercalando las actividades más pesadas con otras que le resulten más agradables.
  • El teléfono móvil debería estar apagado durante el tiempo de estudio, y si es posible fuera de la habitación, ya que es una fuente de distracciones. De manera puntual se podría usar para consultar dudas, pero todos sabemos que la mayoría de los adolescentes no lo suelen utilizar para eso.

¿Y qué medidas se deben realizar en el colegio?

Es frecuente que en los colegios digan que no se pueden tomar medidas si no existe ningún diagnóstico. Sin embargo, algunas de las medidas pedagógicas son básicas y dependen sobre todo de la buena voluntad del profesor. En otros casos es necesario que el Equipo de Orientación Psicopedagógica autorice o indique dichas adaptaciones. Estas son algunas de esas adaptaciones:

  • El alumno con dificultades de atención debe sentarse cerca del profesor. De esta manera le resultará más difícil distraerse, y el profesor le podrá llamar la atención en caso de que lo haga. Además, en contra de lo que se suele pensar, es preferible que se siente cerca de la ventana para que la luz natural le ayude a sincronizar su ritmo sueño-vigilia. Esto último es especialmente útil en la adolescencia.
  • Adaptación del modelo de exámen. Hay niños que rinden muy por debajo de sus conocimientos en exámenes escritos, bien por distracciones, por dificultad para la lectoescritura o por lentitud motora. En estos casos el rendimiento mejora en exámenes orales, o dando más importancia a la evaluación continua. Lo importante es valorar lo que sabe, no lo que es capaz de plasmar en un examen escrito. Otras veces lo que les puede beneficiar es resaltar en los enunciados los conceptos claves, separar las preguntas o aumentar el espacio para responder
  • Control de tiempos: Una medida habitual es ofrecer un poco más de tiempo para hacer los exámenes, especialmente cuando después del examen viene el recreo. Esta medida normalmente viene indicada por el Equipo de Orientación. Sin embargo, una medida más eficaz suele ser ayudarle a controlar el tiempo durante el examen, indicándole cuanto tiempo falta o cuándo tiene que pasar a responder la pregunta siguiente si se le ve bloqueado.

¿Y si todo esto no funciona?

Hay que tener en cuenta que lo mas importante es mantener una comunicación fluida con el tutor, que es el que más información tiene sobre las dificultades académicas del alumno. Muchas veces la información se distorsiona, y lo que transmite el alumno no es exactamente lo que está ocurriendo en clase. Ante la duda, lo más recomendable es solicitar una tutoría y que tanto los padres como el tutor pongan en común las dificultades observadas y lleguen a un acuerdo sobre un plan de actuación que le ayude a resolver sus dificultades.

Si a pesar de tomar medidas tanto en casa como en el colegio y haber descartado otros problemas físicos o psicológicos persisten los problemas de aprendizaje es recomendable que sea valorado por el Equipo de Orientación Psicopedagógica para detectar sus dificultades y ofrecer apoyos o refuerzos si es preciso. Y si se solicita valoración por neuropediatría es recomendable que aporte por lo menos un informe del tutor describiendo las dificultades observadas, la actitud en clase, y cualquier otra información que puede ser relevante para la valoración del caso.

Más adelante hablaré sobre el TDAH, su diagnóstico y tratamiento, pero creo que por hoy ya es suficiente.

Mucho ánimo, que ya queda un día menos

Parábola del colibrí

Hace poco me ha llegado esta parábola que me gustaría compartir, porque me ha parecido muy ilustrativa de los tiempos que estamos viviendo:

El bosque está en llamas y mientras todos los animales huyen para salvar su vida, un colibrí recoge una y otra vez agua del río para verterla sobre el fuego.

+ ¿es que acaso crees que con ese pico tan pequeño vas a apagar el incendio? – le pregunta otro animal.

+ Ya sé que no puedo solo -responde el colibrí-, pero yo estoy haciendo mi parte.

En momentos difíciles como este hay que pensar que todos tenemos algo que aportar. Si todos ayudamos en la parte que nos corresponde, saldremos adelante, porque ninguna ayuda es pequeña si se suma a todas las demás.

#QuédateEnCasa #JuntosSaldremosAdelante #TodosSumamos